Vino… elixir de los dioses


 

El vino (del latín vinum) es una bebida obtenida de la uva (especie Vitis vinifera) mediante la fermentación alcohólica de su mosto o zumo. La fermentación se produce por la acción metabólica de levaduras que transforman los azúcares del fruto en alcohol etílico y gas en forma de dióxido de carbono. El azúcar y los ácidos que posee la fruta Vitis vinifera hace que sean suficientes para el desarrollo de la fermentación. No obstante, el vino es una suma de un conjunto de factores ambientales: clima, latitud, altitud, horas de luz, etc. Aproximadamente un 66% de la recolección mundial de la uva se dedica a la producción vinícola; el resto es para su consumo como fruta. A pesar de ello el cultivo de la vid cubre tan sólo un 0,5% del suelo cultivable en el mundo. El cultivo de la vid se ha asociado a lugares con un clima mediterráneo.

Se da el nombre de «vino» únicamente al líquido resultante de la fermentación alcohólica, total o parcial, del zumo de uvas, sin adición de ninguna sustancia. En muchas legislaciones se considera sólo como vino a la bebida fermentada obtenida de Vitis vinifera, pese a que se obtienen bebidas semejantes de otras especies como la Vitis labrusca, Vitis rupestris, etc. El conocimiento de la ciencia particular de la elaboración del vino se denomina enología (sin considerar los procesos de cultivo de la vid). La ciencia que trata tan sólo de la biología de la vid, así como de su cultivo, se denomina ampelología.

Historia

El vino se produjo por primera vez durante el neolítico, según los testimonios arqueológicos hallados en los montes Zagros, en la región que hoy ocupan Georgia, Armenia e Irán, gracias a la presencia de Vitis vinifera sylvestris y la aparición de la cerámica durante este periodo. La evidencia más antigua de la producción y consumo de vino es una vasija del año 5400 a. C., hallada en el poblado neolítico de Hajii Firuz Tepe, en los montes Zagros. La vasija contiene un residuo rojizo, presumiblemente vino.[6] Aunque recientemente se ha encontrado la bodega más antigua conocida, datada en año 6000 a. C., que sitúa en Armenia la producción más antigua de vino. Posteriormente, el consumo de vino se extendió hacia el occidente, llegando a Anatolia y Grecia; y hacia el sur, llegando hasta Egipto, ya célebre en Bahariya durante el Imperio Medio (siglo XX a. C.) La más antigua documentación griega sobre el cuidado de la vid, la cosecha y el prensado de las uvas, es Los trabajos y los días, de Hesíodo, del siglo VIII a. C. En la antigua Grecia el vino se bebía mezclado con agua y se conservaba en pellejos de cabra.

Lo primero que cabe destacar es que el vino, a lo largo de la historia, ha estado muy bien considerado por la alta sociedad occidental, siendo testigo imprescindible en cualquier acontecimiento o banquete de importancia y alrededor de él se han firmado los grandes tratados y acontecimientos históricos de occidente.

Ya en Egipto, Grecia y Roma, se adoraba a Dioniso o Baco (dios de los viñedos) y la Biblia se refiere al vino en diversos pasajes, entre otros donde relata la última cena de Jesús, que ofreció una copa de vino a sus discípulos representando su sangre. Sabemos que en China, hace 4.000 años, ya conocían el proceso de fermentación de la uva, y que en Egipto, en el siglo XIV a. C., ya conocían la viticultura. Julio César fue un gran apasionado del vino y lo introdujo por todo el mundo romano. La viticultura debe su mayor desarrollo a la propagación del cristianismo, por ser el vino necesario para la celebración de la misa. Los monasterios, con sus propios métodos de elaboración y extracción, fueron los precursores de la viticultura y vinicultura, dejando huellas tan claras como los vinos priorato, proveniente de la palabra prior.

Tomado de la web

Magia Interior… El comienzo de todo


 Nos pasamos al menos un cuarto de nuestras vidas adquiriendo hábitos perjudiciales, sin darnos cuenta que lo hacemos, y sufrimos las consecuencias de ellos el resto de nuestra vida, hasta que con un poco de suerte, ya entrada la madurez, podemos mirarlos con cierto distanciamiento y comprobamos el error. Es tiempo de rectificar.

Aprendemos a mentir por  miedo a ser rechazados, o desvalorados;  y con el fin de ocultar nuestras debilidades, creamos la primera máscara: el engaño, sin entender que somos nosotros mismos, nuestras propias víctimas.

Esa pauta que se crea ya en la infancia, constituye la base del error que supone el no aceptarnos como somos, el no amarnos como seres especiales y es la base de todas las demás.

A partir de ahí, lo demás viene casi solo, y así deseamos los bienes ajenos, las vidas ajenas, los éxitos ajenos, y como no nos gusta lo que vemos de nosotros mismos generamos la envidia de la suerte del otro, que nos frustra, y con el tiempo, se vuelve rabiosa, y desemboca en odio, en orgullo, en tristeza, etc.… no voy a enumerar la lista de los pecados capitales, pero lo cierto es que cuanto mas basura acumulamos en nuestra mente, mas oscurecemos la luz de nuestro ser y más desgracias se acumulan en nuestras vidas….

Somos vibración  y esto no es mística sino ciencia pura. Cuanto mayor es el nivel de vibración de una energía, mas luminosa se vuelve ésta y de la misma forma, la tendencia al desánimo, al aburrimiento, o la depresión, ralentiza la vibración de la energía trasformándola en densa y opaca,  por lo que el esfuerzo para lograr algo que nos satisfaga, es muy grande y a veces hasta inútil o ¿has conocido a alguien en estado depresivo que haya logrado algún triunfo en la vida? Reconócelo el éxito siempre tiene su origen en la fe de uno mismo.

Nuestra mente es permanentemente insaciable de pensamientos. La magia está en que tú tomes el control de tu mente y actúes de timonel orientando el rumbo de tu vida hacia la alta o la baja vibración, y en función de esa actitud tuya tus esfuerzos estarán enfocados a lograr el éxito o el fracaso.