Los sonidos son inconfundibles: niños sollozando. Difícil. Pidiendo que se les permita ver a sus padres, a su tía, a un familiar. Y luego llorar nuevamente cuando se les dice que no es posible. Los casi ocho minutos de conversaciones de captura de audio entre niños separados de sus padres y patrulleros fronterizos y publicados por Pro Publica son difíciles de escuchar. Es desgarrador. Es desgarrador. Y, en el espacio de cinco días, esos niños se convirtieron en la cara, o más bien, la voz, de la crisis de separación fronteriza y el manejo fallido de la administración Trump.