Contra el odio… Laureano Marquez


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16/07/2019. Inpiraciones personales

Una de las acusaciones predilectas del régimen para encarcelar y torturar, como lo ha hecho con la joven clarinetista Karen Palacios, es la de incitar al odio. A los torturadores de Venezuela les molesta demasiado que les odien. Si el odio es lo contrario al amor y al afecto, como se suele decir, entonces habría que pensar que ellos están convencidos de que las familias de quienes han sido asesinados, en marchas, en cárceles y con torturas, deberían amarles.

Sin duda, el odio es malo y su exaltación en muchos países constituye delito. El racismo, la homofobia, el odio religioso y tantas otras, manifestaciones de este sentimiento, han producido grandes calamidades a la humanidad. Debemos combatirlo sin duda, luchar contra él, pero que un régimen que no ha hecho otra cosa en los últimos 20 años que promover el odio -el odio sistemático y excesivo, fomentado con toda la fuerza del Estado, de sus recursos y medios, un odio que ha dejado demasiados muertos concretos y reales, con nombre y apellido- encarcele a sus víctimas porque le odian es grotesco. No sorprende, sin duda este cinismo, pero genera un ligero desafecto,  por los los no nacidos bien,  que lo exhiben.

Ciertamente, luchamos en contra de este sentimiento y debemos seguir haciéndolo, tenemos que estar muy atentos, porque  lo peor que nos puede suceder en esta lucha es transformarnos en aquello que nos parece moral y políticamente injustificable. Este combate contra la aberración que padecemos,  se produce también en el espíritu, para que no se envilezca al punto de parecerse demasiado a aquello que le parece vergonzoso  y ruin. Pero, también hay que decirlo,  aun en los espíritus venezolanos más templados en el equilibrio y la tolerancia, la contemplación de tanta maldad puede producir un fugaz destello de rabia que podría transformarse en algún mal pensamiento sobre alguna persona del régimen. Otra cosa es que uno lo descarte inmediatamente.

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Michelle Bachelet…Una historia de vida que la deshumanizó


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(Michelle Bachelet Jeria; Santiago, 1951) Política chilena que fue la primera mujer que alcanzó la presidencia de la República. Tras un primer mandato (2006-2010) en que su gestión fue bien valorada por la mayor parte de la ciudadanía, presentó de nuevo su candidatura en los comicios presidenciales de 2013, siendo elegida para un segundo mandato (2014-2018). Socialista convencida, Michelle Bachelet recorrió un largo camino de dolor y muerte antes de llegar a la primera magistratura del país. Su vida ha estado profundamente marcada por la trayectoria de su padre, el general de brigada aérea Alberto Bachelet, un militar de ideas liberales, cercano a la masonería, que tras el golpe de estado de Augusto Pinochet (11 de septiembre de 1973) fue detenido y torturado hasta la muerte.

Michelle Bachelet tuvo una infancia trashumante debido a la profesión de su padre; entre 1962 y 1963 residió con su familia en Estados Unidos. Acabada su formación secundaria en Santiago, en el año 1970 ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, al tiempo que comenzaba a militar en la Juventud Socialista para apoyar la «Revolución a la chilena». Eran los días del gobierno de la Unidad Popular (UP), del que formaba parte su padre como encargado de la Oficina de Distribución de Alimentos, cuya función era contrarrestar el boicot que sectores de la derecha habían emprendido contra la gestión de Salvador Allende.

En el campus universitario fue testigo del asalto militar al Palacio de la Moneda que el 11 de septiembre de 1973 derrocó al gobierno democrático de Salvador Allende. El mismo día del golpe de estado, el general Alberto Bachelet fue detenido acusado de traición a la patria. Apresado y torturado, murió seis meses después en la cárcel.

El 10 de enero de 1975, Michelle Bachelet y su madre, Ángela Jeria, fueron también arrestadas. Dos agentes de la DINA (la temida policía política de Pinochet) las llevaron a Villa Grimaldi, el lugar donde miles de chilenos fueron torturados durante la dictadura. Recuperada la libertad semanas después, madre e hija viajaron como exiliadas a Australia, donde se reunieron con Alberto, el único hermano de Michelle, y después a la República Democrática Alemana.

Allí contrajo matrimonio con el arquitecto chileno Jorge Dávalos, padre de sus dos hijos mayores, Sebastián y Francisca. Más tarde tuvo una tercera hija, Sofía. En Berlín pudo Michelle continuar sus estudios de Medicina, y a su regreso a Chile en 1979, volvió a las aulas de la Escuela de Medicina de Santiago. Se licenció como médica cirujana en 1982, pero su solicitud para cubrir plaza en el sistema público de salud fue denegada por razones políticas. Una beca de formación le permitió, en los cuatro años siguientes, especializarse en pediatría y salud pública. No abandonó su activismo político y trabajó en una ONG de protección a la infancia, que ejercía labores específicas con los hijos de detenidos y desaparecidos en Santiago y Chillán.

Restaurada la democracia en 1990, Bachelet ingresó como epidemióloga en el Servicio de Salud Metropolitano Occidente. Después se incorporó a la Comisión Nacional del SIDA, al tiempo que cumplía funciones de consultoría en la OMS y en la Organización Panamericana de la Salud. Sus responsabilidades en el ámbito público se incrementaron a partir de 1994, ya con Eduardo Frei en el Palacio de la Moneda, cuando se integró en el equipo del Ministerio de Salud como asesora de atención primaria y gestión de servicios de salud.

La inquietud política de Bachelet en la última década del siglo apuntaba hacia la normalización de las relaciones entre el mundo civil y militar en un país que acababa de abandonar 17 años de férrea dictadura. Impulsada por la necesidad de conocer las correlaciones entre ambos estamentos, realizó un curso sobre estrategia militar y ganó un beca para completar estudios especializados de defensa militar en Washington. Cuando regresó a Chile en 1998, su nueva formación le permitió incorporarse como asesora al Ministerio de Defensa.

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Nuestros indígenas tan usados y maltratados por estos psicópatas


Ecuador los venezolanos pedimos Perdón


Gracias a Sra. Olga Tañon… En Venezuela puerta de entrada a Suramérica han llegado de todas partes del mundo. En Caracas hay un sector llamado Guayaquilito donde se iza la bandera de Ecuador y se entona el Himno del país y eso se les ha respetado porque la patria es la patria donde quiera que estes amen de que los venezolanos no conocemos de xenofobia, por respeto a su terruño los llamamos quito, portu, gallego y a los venezolanos de cada estado los llamamos maracucho, gocho, margariteño sin ofenderlos sino con un apretón de manos o una palmada en el hombro. Aquí no se deporta a nadie se le legaliza y al que falta se le castiga sin plural. Nadie tiene que pagar los errores de otro. Mi carro lo repara un ecuatoriano y mi hija la cuido una mujer ecuatoriana a la que aprendimos a querer. Lloramos cuando tuvo que partir a su tierra. En estos momentos no se cuantas llamadas ha hecho para ofrecernos hospedaje mi hija le dice «Miana» estamos resistiendo pero si tenemos que correr alla nos tendrás te queremos un abrazo.

Ecuador te queremos y te pedimos perdon de corazon. Un gran abrazo.

El país que abandoné y que ahora quiero recuperar.


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Les comparto el escrito q hizo Kique mi hermano en su visita hace poco a Caracas:

Tuve la suerte y la bendición de ir a Venezuela por 6 días. Fue un viaje extremadamente corto, extremadamente intenso y absolutamente increíble.  Pasé a ver en ese tiempo, desde la fase de lo “medio bonito”, hasta ver una pequeña parte de la espantosa realidad. Siempre estaba ante mis ojos una crisis, la constante de la gente delgada, siempre me hizo ruido, hasta que ví con mis ojos la necesidad.

Personalmente me siento muy responsable de abandonar a mi gente, si, estoy consciente que he sido parte del gravísimo problema de lo que nos pasa en Venezuela.  Me he hecho la vista gorda antes la necesidad que viven mis hermanos venezolanos por la eterna excusa de dejarme llevar por mi círculo que me decía, una y otra vez que no fuera a Venezuela.  Como dejé de ir por 3 años, me dejó de interesar leer tantas noticias de Venezuela, dejé de ver CNN en Español, dejé de seguir en redes sociales a activistas políticos y comencé a sumergirme en mi mundo de problemas cotidianos bastante mundanos a decir verdad.  Me dejó de importar Venezuela, y lo digo con propiedad.  Cuando estaba camino al aeropuerto, hasta me dio miedo en montarme en el avión.  Recé a Dios, seriamente, para que me dejaran pasar las maletas llenas de medicinas, y esperaba con ansias ver el Cerro Ávila, esa montaña majestuosa que nos da vida a todos los caraqueños.  Mi mayor deseo era compartir todas las horas de mis días con mis sobrinos y de realizar algunas diligencias que tenía pendiente, como ir a mi apartamento, revisar materiales , disfrutar del sabroso clima de Caracas y ver si cazaba con la mirada a las guacamayas que siempre cruzan Caracas de lado a lado…que iluso fui…poco de ello se cumplió.

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LLORAR es bueno para tu salud


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Esta entrada me la he dedicado a mí en primera instancia, y a todos aquellos que por distintas circunstancias lloran con frecuencia. Muchas personas me perciben como de carácter muy muy fuerte, creo que tenían razón, pero la verdad es que me desmorono con gran facilidad ante las circunstancias que me rodean. Creo que ese *Carácter Fuerte* me lo adjudicaba mi familia. Ellos eran o así los percibía muy fuertes. Nunca los vi caídos por muy difícil que  la situación se presentara en consecuencia YO no podía exhibir debilidad.  Pero a mis 30 años empezaron a irse mis referentes: murió mi madre, siguieron mis hermanos, algunos sobrinos los cuales lidie desde pequeños, cuñados, amigos, vecinos y llegue a un punto en el que sentí que me había quedado huérfana, a eso agrégale la situación de mi país.  Pero ahora con más razón debía demostrar fortaleza por los que están: mi hija, mis sobrinos, bis y tris sobrinos. Por esas razones lloro con mucha frecuencia y eso me preocupaba. Pero por suertuda encontré este artículo que les comparto.

A partir de ahora, tus lágrimas no te darán vergüenza.

Las lágrimas son consideradas por algunos como una forma de «transpiración emocional». Y así como cuando transpiras eliminas una gran cantidad de toxinas y sustancias nocivas para tu cuerpo, llorar cumple la misma función pero a nivel emocional.

En este sentido, llorar es una forma natural de reducir el estrés que, si no se elimina, tiene efectos negativos en el cuerpo, incluyendo el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares y otros trastornos relacionados con el estrés.

  1. Alivia el estrés

Dado que el estrés reprimido puede aumentar nuestro riesgo de ataque cardíaco y dañar ciertas áreas de nuestro cerebro, la capacidad humana de llorar tiene un inmenso valor en lo que refiere a la supervivencia, porque ayuda a aliviar el estrés.

Por todo esto, tienes que conocer estas razones por las que llorar es bueno para tu salud.

  1. Disminuye la presión arterial

¿Sabías que llorar ayuda a disminuir la presión arterial y el pulso? Esto se ha demostrado en estudios, en los que los pacientes lloraron inmediatamente después de las sesiones de terapia o durante las mismas.

  1. Las lágrimas eliminan toxinas

Además, las lágrimas eliminan efectivamente toxinas del cuerpo. De hecho, es posible que en las lágrimas se liberen productos químicos acumulados durante el estrés emocional.

  1. Llorar reduce el manganeso

El simple acto de llorar también reduce el nivel de manganeso del cuerpo, un mineral que afecta el estado de ánimo y que se encuentra en una concentración hasta 30 veces mayor en las lágrimas que en el suero sanguíneo.

  1. Significa que eres humana

Todos los ojos de todos los mamíferos se humedecen y relajan por las lágrimas, pero solamente los seres humanos derraman lágrimas en respuesta al estrés emocional. La expresión emocional te ayuda a reconocer los sentimientos que estás teniendo y esto nos permite empapizar, coordinarnos con otros y trabajar como una unidad para sobrevivir mejor.

Así que la próxima vez que sientas que los ojos se te llenan de lágrimas, o sientes que se te forma un nudo en la garganta, no lo reprimes, porque? Por cierto, ¿alguna vez te preguntaste por qué nos duele la cabeza después de llorar?

La causa por la cual nos duele la cabeza luego de llorar, se debe a la deshidrataciòn. El llanto provoca que el cuerpo pierda agua y traiga consigo los síntomas que mencionamos anteriormente, por esa razón es que sentimos un fuerte dolor en la parte de la cabeza. Cuando producimos el llanto, nuestros conductos lagrimales liberan una combinación de aceite y moco. Algunas de estas lágrimas desembocan por la cavidad nasal y luego salen por la nariz.