Por tu ayuda… Que Dios te bendiga


Presentación111

por Rosalia Venezia, Organizer
Mis queridos todos, no existe una palabra, tal vez ¿infinito?, para expresar la magnitud de mi agradecimiento hacia ustedes. Han «arropado a mi Muñequita Linda», mi Mima, con su amor, su empatía, su solidaridad, apoyo y ayuda. Esto nos da aún más fuerza para seguir luchando y «vencer a la bestia».

Estamos muy emocionados, ya alcanzamos el 1er objetivo: Recaudamos el dinero para cubrir las dos (2) primeras sesiones en cuanto a fármacos y asistencia médica se refiere. Muy pronto Mima comenzará el tratamiento, les mantendremos al tanto.

La campaña «María (Mima) Castillo: una ayuda contra el cáncer» estará permanente abierta; aún hay un largo camino por recorrer: La finalización de la 1ra fase, la evaluación médica del resultado en el organismo de Mima y el inicio de la 2da fase tal como se describe en el texto original.

Seguimos adelante por la salud de mi hija. Esta es una batalla que no vamos a perder. Gracias por todo, desde el fondo de nuestros corazones.

María de Lourdes Borgo Aponte

El país que abandoné y que ahora quiero recuperar.


A-19

Les comparto el escrito q hizo Kique mi hermano en su visita hace poco a Caracas:

Tuve la suerte y la bendición de ir a Venezuela por 6 días. Fue un viaje extremadamente corto, extremadamente intenso y absolutamente increíble.  Pasé a ver en ese tiempo, desde la fase de lo “medio bonito”, hasta ver una pequeña parte de la espantosa realidad. Siempre estaba ante mis ojos una crisis, la constante de la gente delgada, siempre me hizo ruido, hasta que ví con mis ojos la necesidad.

Personalmente me siento muy responsable de abandonar a mi gente, si, estoy consciente que he sido parte del gravísimo problema de lo que nos pasa en Venezuela.  Me he hecho la vista gorda antes la necesidad que viven mis hermanos venezolanos por la eterna excusa de dejarme llevar por mi círculo que me decía, una y otra vez que no fuera a Venezuela.  Como dejé de ir por 3 años, me dejó de interesar leer tantas noticias de Venezuela, dejé de ver CNN en Español, dejé de seguir en redes sociales a activistas políticos y comencé a sumergirme en mi mundo de problemas cotidianos bastante mundanos a decir verdad.  Me dejó de importar Venezuela, y lo digo con propiedad.  Cuando estaba camino al aeropuerto, hasta me dio miedo en montarme en el avión.  Recé a Dios, seriamente, para que me dejaran pasar las maletas llenas de medicinas, y esperaba con ansias ver el Cerro Ávila, esa montaña majestuosa que nos da vida a todos los caraqueños.  Mi mayor deseo era compartir todas las horas de mis días con mis sobrinos y de realizar algunas diligencias que tenía pendiente, como ir a mi apartamento, revisar materiales , disfrutar del sabroso clima de Caracas y ver si cazaba con la mirada a las guacamayas que siempre cruzan Caracas de lado a lado…que iluso fui…poco de ello se cumplió.

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A Nuestro Continente Americano, a La Unión Europea, A las Instancias Internacionales… Al TSJ en Exilio, A La AN en Exilio, Al Gobernador de Caracas en Exilio… Y a los países del mundo que recibieron a nuestros hermanos que Emigraron. Dios les Bendiga… Venezuela dice Gracias.


La solidaridad es un sentimiento que nos une a todos; es que necesitamos ayuda, que también se la debemos a otros y también es reconocer que tenemos unas responsabilidades comunes. La solidaridad impulsa a realizar actos de ayuda. No podemos solo sensibilizarnos, debemos actuar.

Todos los días escuchamos por los medios de comunicación noticias negativas que afectan a muchas personas. Desastres naturales, pobreza, corrupción…Esto provoca en nosotros que nos sensibilicemos ante tales desastres y así nos impulsan a tomar medidas de cooperación.

La solidaridad es necesaria para realizar el gran proyecto humano de crear un mundo mas justo. Estamos construyendo una casa común en la que todos podamos disfrutar y como todos tenemos problemas, debemos ayudarnos unos a otros. En el mundo hay mucha gente que sufre, debemos actuar.

Hay gente que siente compasión y muestra un sentimiento de solidaridad, pero ya no hacen nada mas para intentar cambiar ese problema. Por ello es imprescindible no solo solidarizarnos de algo o de alguien, tenemos que actuar, ayudar, colaborar. Esta necesidad de participar debe estar motivada por la necesidad de todos de vivir en un mundo mejor.

En el año 2000 la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 31 de Agosto como el  “Día Internacional de la Solidaridad”. Dicha proclamación contribuirá a promover y fortalecer los ideales de solidaridad como valores fundamentales para las relaciones en y entre las naciones, los pueblos y las personas. Se escogió el día 31 de agosto para su celebración coincidiendo con el aniversario del movimiento social independiente “Solidaridad” (31 de agosto de 1980, Polonia), cuya importancia mundial fue reconocida, en particular, con la concesión del Premio Nobel de la Paz a su dirigente Lech Walesa.

“La acción buena nos hace felices, la mala nos destruye”(Vicente Ferrer)“Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro”(Shakespeare)“Hemos aprendido a volar como los pájaros, nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como hermano”(Martin Luther King)

La Situación de Venezuela Atañe a los Países de las Américas. De No Ser Así Esto Será el Cáncer que Consumirá a América


Venezuela-destrucción

No hay humanidad en el silencio, la censura y la represión. Y la soberanía es una mascarada si las decisiones estratégicas y el destino de los recursos esenciales son decididos por Cuba. Como se aprecia, no es un tema de estadísticas, mucho menos de encuestas. No se trata de si el mal es popular. Se trata de que es inaceptable. Hitler era muy popular, y ya sabemos los ardores internos que provocaba Fidel Castro. Lo que pasa es que el mal se sirve de la seducción y el engaño. Por eso San Pablo en la segunda carta a los Corintios advertía contra su táctica: “No debe sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz”.

El mal se aprecia en el sufrimiento de los demás. Permitir el desconsuelo, el dolor y la desolación de los otros exige primero un esfuerzo de cosificación mediante el cual se despoja de la condición humana a quienes se quiere someter o destruir. Por eso el mal se vale de la indiferencia criminal y de la explotación de los perjuicios. Se es indiferente desde la inacción o desde la mera expectación.  Cuando el régimen deja morir de hambre a un preso, o no le importa dejar sin medicinas a los trasplantados, ejerce una apatía criminal que los hace culpables y responsables. Cuando un ciudadano no se escandaliza de los infortunios del prójimo, cuando no levanta su voz y sus manos exigiendo rectificación, está siendo corresponsable de lo que por cuenta del régimen está ocurriendo. El pecado capital de pereza se exhibe cuando en lugar de hacer, exigimos a los otros propuestas y acciones. No es endosable la responsabilidad ni la virtud. El mal abunda en la descalificación. Es desgraciadamente rico en la posibilidad de segmentar entre los propios y los demás. Es por eso por lo que gusta de la división y es abundoso en descalificativos. Ellos siempre se adjudican la esencia de lo indispensable, el resto terminan siendo descartable. El mal es discriminación ¿Por qué no nos rebelamos a seguir en el pozo de la displicencia?

El mal se solaza en el análisis y en la digresión retórica. En el plano de la teoría el mal se hace pasar por bien. Transforma crímenes en costos, y abismos en plataformas para seguir avanzando. El mal reducido a estadísticas se hace leve. El mal se despliega cómodamente en el cálculo de las conveniencias que asumen como perfectamente normales los tiempos de espera, progresividad y exigencias de conversión que resultan imposibles de implementar. El mal se alimenta y fortalece con esos desplantes de corrección política, de falsa decencia republicana que pide al hambriento que siga pasando hambre, al enfermo que se inmole, al preso que aguante y al que padece violencia y represión que siga sacrificándose, mientras ellos, los adalides de la falsa decencia juegan a los dados, negocian, y se pasean por el mundo pidiendo mejoras incrementales en la calidad de los procesos electorales. ¿Cuántos muertos, lágrimas y vidas desgastadas se habrán sacrificado en el altar de las malas estrategias, de la ingenuidad culposa, de los arreglos subyacentes?

San Agustín propone que el mal es la privación de todo bien, que nos conduce a la nada. En eso consiste la liquidación de cualquiera que se oponga, y para eso sirve la brutal capacidad que en la actualidad tiene el poder para violentar la promesa originaria de servir a la vida y a la propiedad de los ciudadanos a su cuidado.  El mal siempre tiene vocación totalitaria, absoluta. El filósofo argentino Víctor Massur lo narra como “la quiebra de la razón y la locura que pierde su pudor”. Toda experiencia totalitaria es irracionalidad lujuriosa, que se va perfeccionando con cada crimen. Parafraseando a Jorge Semprún, en nuestro caso “nada es verdad, salvo la lista personalizada de todos aquellos que han padecido y perecido por esta ráfaga de violencia socialista. Nada es verdad, salvo la ausencia y el vacío que todos ellos han dejado. Nada es verdad salvo el miedo, el sufrimiento acumulado, la rabia, la decepción y la desbandada”.

Algunos previenen contra este discurso centrado en el mal. Lo tildan de pretencioso y peligroso, porque ¿quién asegura que ellos son los malos, y que en todos los casos ellos participen de esta lógica del mal? ¿Quién nos permite escindirnos entre ellos y nosotros? El mal es actor y consecuencias, y también se ceba en nuestro recato. ¿Cómo sabemos que ellos son el mal y nosotros estamos en el flanco del bien? Jesús nos da la pista. Es malo quien produce el mal. Es bueno quien provoca el bien. Por sus obras los conoceréis, dice el evangelio. El mal germina en esos momentos de nuestra historia en los que las normas de moralidad mínimas, aquellas necesarias para la convivencia desaparecen o son fatalmente eliminadas.  Y de allí se extiende hasta confines inenarrables de muerte, violencia y destrucción. ¿No es eso lo que estamos viviendo? ¿No sabemos nosotros cual es la causa raíz de todas nuestras angustias? ¿No hemos inventariado una y otra vez nuestras derrotas, duelos, traiciones, represión, sacrificios y muertes? ¿No nos sentimos ahora más desvalidos? ¿No se nos hacen lejanas la felicidad, la autonomía y la libertad? ¿No son acasos malos frutos, agrios y ponzoñosos, esos que nos da todos los días el socialismo del siglo XXI? Sus frutos son el mal, y el mal produce esos frutos.

Dos lecciones adicionales servirán de epílogo a esta larga reflexión. La primera lección es la irreversibilidad del mal. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos, dice el evangelio. La segunda lección es la necesidad de extirpar de raíz la causa del mal. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. No se preserva, se elimina porque no se puede convivir con el mal absoluto que siempre significa la desgracia del otro, el envilecimiento del otro, la ignominia del otro. 

Víctor Maldonado

El Mal se Llama Socialismo… Cuidado América


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Por Víctor Maldonado C.

El mal es real, y tiene consecuencias reales. No es solamente una disquisición académica. Es una pregunta que queda por responder en el transcurso de esto que estamos viviendo en términos de violencia, crueldad, muerte, hambre, enfermedad, infortunio y la indiferencia colectiva respecto de lo que otros conciudadanos están padeciendo. Algunos temen el planteamiento explícito de la vivencia del mal. Esto es así porque su reconocimiento obliga a la denuncia y a la decisión personal sobre cual flanco escoger. El mal, su presencia, obliga a las definiciones, y a las consecuencias de esas definiciones.

Los cuatro jinetes del apocalipsis están cabalgando sobre el país. Comencemos por lo obvio. El jinete de la muerte nos está afligiendo. Los venezolanos estamos sufriendo los estragos de una incomprensibleviolencia. 307.920 víctimas de un sistema que inhabilita el derecho a la vida equivalen a la afectación del 1% de la población actual. El jinete que complementa y da sentido a este baño de sangre es el de la guerra. Unaguerra civil no declarada, cuyos argumentos son la impunidad y un estado en condiciones fallidas, colocan a todos los venezolanos en riesgo mortal. Una guerra civil emprendida contra la protesta civil, a la que se aplasta a sangre y fuego, con el costo terrible en vidas humanas, cárcel y exilio. Una estrategia de aniquilamiento que se hizo patente en los excesos aplicados al caso de Oscar Pérez, y que ahora permite al gobierno ir más allá de cualquier frontera del estado de derecho para lograr sus objetivos. El régimen tiene años en guerra contra la libertad. El jinete del hambre se ceba en los sectores más vulnerables de la población. Las cifras de desnutrición anticipan generaciones enteras desvalidas de la posibilidad de encarar, en condiciones competitivas, sus propios proyectos de vida. El hambre asola la capacidad para pensar y crear, pero sobre todo la capacidad para reaccionar. Los que comen basura han descendido a los infiernos donde la dignidad y los derechos se han subordinado a la precaria supervivencia. No es menos pavorosa la presencia del jinete de la conquista. A pesar de que nos cuesta reconocerlo, estamos invadidos por los intereses del narcoterrorismo regentados por Cuba, que actúa como potencia imperial, a pesar de lo insólito que resulta la forma como se apropió de nuestro territorio, recursos y centros de decisión. Hugo Chávez fue a la vez el mal encarnado y su canal más conspicuo. No puede ser otra cosa que el mal en acción el que permite tanto ultraje sin que nosotros consigamos sacarnos de encima toda esa iniquidad. O la conquista interna que supone la ocupación de los espacios institucionales a través del despotismo destructivo que practica la espuria entidad constituyente. Somos población invadida, cercada, confinada a los grises espacios de la sobrevivencia.

El mal es un resultado que tiene actores. Es a la vez protagonismo y secuelas. El mal es el poder corrompido que deja de ser útil para el orden social de la libertad, y comienza a propagar la servidumbre. Y no hay puntos medios. Por eso mismo resulta inaceptable la práctica del “perdonavidismo de los promedios”. La descripción del mal no es exacta si se practica la tibieza argumental. Encararlo exige claras definiciones y la visualización de dolorosas tendencias. No hay derecho a la vida donde hay temor por la vida. No se respeta la propiedad si un funcionario, ejerciendo la más obscena impunidad, decide si la vas a conservar o no. No hay dignidad cuando para sobrevivir necesitas hurgar entre la basura. No hay felicidad si tienes hambre. No hay visión de futuro cuando el temor es constante.