En inherente al chavismo, su plástica naturaleza y sus transformaciones perpetúas. Metamorfosis kafkianas que siempre ha emprendido a voluntad. Por quedarse en el poder, todo; aun convirtiéndose en insecto gigante. Como Gregor Samsa, despreciado por su familia y confinado a su habitación pero con la capacidad de causar consternación.
El reacomodamiento de las piezas está en curso, según me llega desde varias fuentes confiables. En un almuerzo que habría tenido lugar hace dos semanas, los embajadores de algunos países de la Unión Europea en Caracas conversaron con el candidato Henri Falcón. Allí se hizo referencia a un gran acuerdo político preparado por José Luis Rodríguez Zapatero.
En base a dicho acuerdo, gobierno y oposición—léase el candidato Falcón—se comprometerán a asegurar la estabilidad y lanzar un plan económico de recuperación inmediatamente después de la elección del 20 de mayo. El escenario previsto es de siete millones de votos para Maduro y cinco millones para Falcón. Es la consabida fórmula del fraude inteligente: 60-40.
Con dicho resultado Falcón será el líder de una oposición a la medida del régimen. Tanto que se habla de ofrecerle la vicepresidencia. La idea ya estaba dando vueltas hacía tiempo, pero fue Zapatero, eximio diseñador de contubernios, quien aparentemente le dio las puntadas finales: un gran gobierno de reconciliación y unidad nacional.